¿El Hijo de la Vicepresidenta de Ecuador tiene cuentas en paraísos fiscales?

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Recientemente, periodistas como Janet Hinostroza y Fabricio Vela, entre otras personas, compartieron en la red social Twitter (actualmente X) una serie de documentos relacionados con supuestas cuentas bancarias del hijo de la vicepresidenta Verónica Abad, Francisco Sebastián Barreiro Abad. Aunque estas publicaciones generaron un gran revuelo y especulación en torno a la veracidad de los documentos, es fundamental realizar un análisis detallado para determinar si estos archivos realmente pueden ser considerados pruebas legítimas. A lo largo de este artículo, desglosaremos la información presentada, identificando posibles inconsistencias y verificando su coherencia con fuentes oficiales, para evaluar si estas revelaciones poseen el sustento necesario para ser tomadas como evidencia fidedigna.

Los documentos filtrados hacen referencia a tres cuentas bancarias en total: dos en Mauricio y una en Belice. Los bancos señalados son ABSA Bank (Mauritius), IGB International Global Bank también en Mauricio, y Banco Delta S.A. en Belice. Para evaluar la autenticidad de esta información, analizaremos los documentos asociados a cada banco de manera individual, identificando posibles inconsistencias y verificando si la información presentada puede considerarse como prueba fiable.

Cuenta # 1

El primer documento que analizamos está relacionado con una supuesta cuenta en el Banco Delta S.A. en Belice, bajo el nombre de Capital Financial Services Limited. Sin embargo, la existencia de Banco Delta en Belice es cuestionable, ya que nuestras investigaciones revelan que esta entidad opera principalmente en Panamá y no tiene registro público o presencia oficial en Belice. Además, el formato del número de cuenta presentado en el documento no coincide con los estándares observados para cuentas del Banco Delta, lo que plantea una primera inconsistencia en la información proporcionada.

Aun más preocupante es la información asociada a la tarjeta de débito que aparece en el documento. Tras someter el número a un validador, descubrimos que la tarjeta no está vinculada al Banco Delta, sino a Citibank Panamá, lo que confirma que el número no corresponde a la entidad bancaria que supuestamente emitió la cuenta. Esta discrepancia es crítica, ya que no solo muestra que el documento contiene información falsa o incorrecta, sino que plantea dudas serias sobre la autenticidad y legitimidad de la cuenta y de la documentación que pretende demostrarla.

Cuenta # 2

Nuestro análisis del segundo documento, que hace referencia a una cuenta bancaria supuestamente asociada a ABSA Bank en Mauricio, ha encontrado múltiples inconsistencias que generan dudas sobre su autenticidad. En primer lugar, aunque confirmamos que ABSA Bank tiene presencia legítima en Mauricio, la estructura del número de cuenta presentado en el documento no sigue un patrón claramente verificable con ejemplos reales de cuentas del banco. Aunque algunos casos muestran 8 o 10 dígitos, no existe uniformidad en los formatos, lo cual, junto con las otras irregularidades, sugiere que el documento no sigue la estructura esperada de un reporte oficial de la entidad bancaria.

Una de las discrepancias más notables es la forma en que se presentan las cifras financieras. El documento utiliza puntos para separar los miles y comas para los decimales (por ejemplo, «2.954.729,16 USD»), un formato que no corresponde al estándar local de Mauricio, que emplea comas para los miles y puntos para los decimales (por ejemplo, «2,954,729.16 USD»). Esta diferencia en el formato numérico plantea la posibilidad de que el documento haya sido generado fuera de los sistemas de ABSA Bank o manipulado manualmente, lo que socava su credibilidad. Además, en la sección de «Stocks Invest» y otros balances, la estructura inconsistente de los números financieros refuerza la sospecha de que el documento no fue producido de acuerdo con los estándares de la región.

Por otro lado, el documento menciona una tarjeta de débito supuestamente vinculada a la cuenta de ABSA Bank. Al validar el número de esta tarjeta utilizando el algoritmo de Luhn, una herramienta estándar para verificar la validez de números de tarjetas, encontramos que la tarjeta no pasa la validación, lo que indica que no es una tarjeta válida emitida por ninguna red financiera reconocida. Esto es una señal de alerta importante, ya que una tarjeta no válida sugiere que la información presentada en el documento ha sido fabricada o manipulada. Adicionalmente, al revisar las transacciones listadas, encontramos inconsistencias en el formato de presentación, donde las dos primeras no siguen la misma estructura que la tercera, a pesar de que todas deberían haberse generado de la misma manera. Sumando todas estas discrepancias —la longitud y formato de las cuentas, la invalidez de la tarjeta, la estructura de las transacciones y la incongruencia en el formato numérico—, el documento presenta una serie de elementos que justifican una revisión exhaustiva y que podrían llevar a descartarlo como prueba válida.

Cuenta # 3

Al analizar el tercer documento relacionado con una cuenta en International Global Bank (IGB), encontramos varias inconsistencias que ponen en duda su autenticidad. Primero, la investigación reveló que IGB no tiene presencia en Belice, como se afirma en el documento, sino que opera bajo las leyes de Curazao. Esto es una discrepancia fundamental, ya que un banco genuino debería coincidir con la jurisdicción y país indicados en sus documentos oficiales.

Al revisar la tarjeta de débito asociada a la cuenta, se verificó que es técnicamente válida según el algoritmo de Luhn. Sin embargo, se descubrió que esta tarjeta fue emitida por Cayman National Bank en las Islas Caimán y no por IGB, como afirma el documento. Esta contradicción en el banco emisor es un fuerte indicio de manipulación o falsificación, ya que una tarjeta de débito legítima debería estar directamente vinculada a la institución financiera que aparece en el informe.

Finalmente, al examinar las transacciones detalladas en el documento, encontramos incoherencias en la presentación de fechas, que varían entre el formato de dos dígitos («24») y cuatro dígitos («2024») para el año. Además, la última transacción se muestra de forma diferente, utilizando un punto en lugar de una línea separadora y cambiando la estructura de los detalles, lo cual rompe con la consistencia del formato esperado en documentos financieros oficiales. Estas irregularidades, junto con las discrepancias ya identificadas, fortalecen la hipótesis de que el documento no sigue los estándares de un informe bancario legítimo y requiere verificación adicional para descartar su validez.

CONCLUSIONES

En conclusión, la revisión detallada de los tres documentos revela una serie de inconsistencias e irregularidades que cuestionan seriamente su autenticidad y validez como evidencia financiera. La primera observación clave es que varios de los documentos mencionan bancos en jurisdicciones donde no tienen presencia real, como es el caso del supuesto Banco Delta en Belice y IGB (International Global Bank), que opera desde Curazao y no desde Belice, como se indica en uno de los documentos. Este simple hecho pone en duda la legitimidad de las cuentas bancarias asociadas.

Además, las verificaciones realizadas a las tarjetas de débito asociadas a estas cuentas revelaron que, si bien algunas pasan la validación de numeración, no están vinculadas a las instituciones financieras mencionadas en los documentos. La tarjeta asociada a IGB, por ejemplo, corresponde a Cayman National Bank en las Islas Caimán, lo cual no concuerda con la información presentada. Este tipo de discrepancia es crítico, ya que la tarjeta de débito debe estar emitida por el banco real que gestiona la cuenta, y cualquier inconsistencia es un fuerte indicador de posible falsificación o manipulación de datos.

Finalmente, el análisis de las transacciones financieras mostró diferencias significativas en la estructura y presentación de los detalles, como variaciones en el formato de fechas, uso incorrecto de separadores numéricos, y discrepancias visuales (puntos en lugar de líneas), que no seguirían los estándares de un documento generado automáticamente por un sistema bancario legítimo. La suma de todas estas anomalías —desde la falta de coherencia en la información financiera, hasta errores formales en la presentación y conexiones erróneas con entidades financieras— sugiere que los documentos no cumplen con los criterios de confiabilidad y podrían haber sido fabricados o alterados con el propósito de confundir o engañar. Una verificación adicional con las entidades bancarias correspondientes sería esencial para descartar definitivamente su validez.

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